La segunda de las recetas de la Revista del Colegio de Enfermería de este trimestre. Como hay que aprovechar los productos de temporada, nada mejor que unos buenos tomates, ahora que empiezan a estar en su mejor momento. Uno de mis vegetales favoritos, o quizás debería decir frutas. A veces no tengo muy claro cuál es el término más apropiado para dirigirme hacia ellos. Lo cierto es que todo lo acompaño con tomate. Un simple sandwich o bocadillo gana muchos enteros con unas buenas rodajas de tomate en su interior. Aliñados tan sólo con un poco de sal, ajo y orégano... acompañados por bonito o aguacate... tomate cherry, pera, raf, kumato... la variedad me da igual, pero siempre un buen tomate y un buen aceite.
Las tartas saladas se han convertido en un buen recurso a la hora de ofrecer a nuestros invitados o a nosotros mismos, unos platos sencillos pero muy sabrosos. Combinan a la perfección una base crujiente con unos rellenos muy variados, verduras, setas y champiñones, salmón…, en fin de lo que tengamos a mano.
Tarta de Tomates
Pâte Brisée aromatizada con orégano
Aceite de oliva virgen extra
1 kg de tomates maduros cortado en rodajas
1 bola de queso mozzarella
50 gr de queso parmesano rallado
Sal y pimienta negra recién molida
Hojas de orégano fresco
Pâte Brisée aromatizada con orégano
280 gr de harina de trigo
225 gr de mantequilla sin sal, fría y cortada en cubos
1 cucharadita de sal
½ cucharadita de pimienta negra recién molida
60 ml de agua muy fría
3 o 4 ramitas de orégano fresco
Elaboración en Thermomix: poner todos los ingredientes en el orden indicado y programar 15” a velocidad 6. Sacar la masa del vaso, amasar ligeramente, darle forma aplanada y envolver en film de cocina. Reservar en el frigorífico al menos 1 hora.
Elaboración manual: poner en un bol grande la harina, la sal, la pimienta negra y el orégano bien picado y mezclar bien. Añadir la mantequilla y con la punta de los dedos ir mezclando hasta obtener una masa arenosa. Añadir el agua fría poco a poco hasta obtener una masa lisa y suave, ligeramente pegajosa al tacto. Dividir la masa en dos porciones y envolverla en film de cocina.
Dejar reposar en el frigorífico al menos 1 hora.
Sacar la masa del frigorífico y dejar que coja temperatura al menos unos 10 minutos. Enharinar ligeramente la superficie de trabajo y con el rodillo estirar la masa hasta que tenga aproximadamente 0.5 cm de espesor. Poner la masa en un molde tarta con base desmontable.
Presionar la masa sobre el molde y sobre los laterales. Con la ayuda del rodillo o de un cuchillo, retirar el sobrante de masa. Cubrir la tarta con film de cocina y reservar en el frigorífico mientras preparamos el relleno.
Precalentar el horno a 180ºC. Envolver la cabeza de ajos en un trozo de aluminio. Añadir un poco de aceite de oliva y cerrar el paquete. Colocarlo sobre una bandeja de horno pequeña y hornear durante unos 30 minutos, hasta que al insertar la punta de un cuchillo, no encontremos resistencia. Sacar del horno y dejar enfriar.
Subir la temperatura del horno hasta 225ºC. Cuando los ajos estén lo suficientemente frío para manipularlos, retirar las pieles y convertirlos en puré. Extender el puré de ajos sobre la superficie de la tarta y colocar sobre él, el queso mozzarella cortado en rodajas. Disponer de forma decorativa las rodajas de tomate sobre el queso y salpimentar. Espolvorear con el queso parmesano y hornear durante 45 minutos, hasta que la base esté dorada y los tomates se vean suaves pero aún conserven su forma. Dejar enfriar sobre una rejilla unos 20 minutos.
Cortar las hojas de orégano finamente y esparcirlas sobre la tarta.