Se van acercando con pasos rápidos, los días de Navidad. Cenas, fiestas, regalos, compartir con las familias... Días de mucho ajetreo y de prisas. Días de compras y de comidas familiares, cenas con amigos... En la Navidad, casi todo gira en torno a la comida. Se cocinan las recetas especiales, esas que solo se hacen una o dos veces al año, las especialidades de la casa. Se come lo que en muchos hogares no se come durante el año y no miramos en la gran mayoría de las ocasiones, el precio.
En casa, desde hace unos años decidimos hacer una cena más ligera. Son fijos el buen jamón ibérico, las gambas y langostinos, el queso y demás embutidos ibéricos. El cabrito o el cordero. Una gran olla de caldo de gallina para que el día de Navidad nos tomemos una buena sopa de picadillo, con sus trocitos de jamón, su huevo duro y sus picatostes de pan.
Hay cosas que cambian. Por ejemplo, los chipirones rellenos se han convertido en un plato fijo en casa de mis padres, para la cena de Nochebuena. Y en el día de Reyes, se comen albóndigas. La verdad es que las cenas en casa, no son nada ligeras...
A lo que iba. Hace unos 3-4 años decidimos hacer una cena diferente y algo innovadora. Prescindimos de muchos de nuestros entrantes habituales y sólo se sirvió un seguno plato. ¿Cuál fue la innovación? Una mesa llena de pintxos, cucharitas, brochetas, verrines y otras pequeñas tentaciones.
Gulas con salsa de aguacate
Gulas congeladas
Mayonesa en cantidad suficiente
1 aguacate
2-3 dientes de ajos
Sal
Zumo de limón
Aceite de oliva
Pelar y laminar los ajos muy finamente. Ponerlos en un pequeño cazo con el aceite de oliva frío y dorarlos a fuego medio hasta que estén crujientes. Sacarlos del aceite caliente y colocalos sobre papel de cocina para que absorba el exceso de grasa. Reservar.
Hacer una salsa con la mayonesa y el aguacate. Triturar con la batidora añadir el zumo de limón y rectificar de sal. Reservar.
Calentar 2 cucharadas del aceite que hemos usado para dorar los ajos, en una sartén y saltear las gulas. Dejarlas enfriar ligeramente y mezclar con la salsa de aguacate.
Servir en cucharillas de presentación y decorar con las láminas de ajo crujiente.
En casa, desde hace unos años decidimos hacer una cena más ligera. Son fijos el buen jamón ibérico, las gambas y langostinos, el queso y demás embutidos ibéricos. El cabrito o el cordero. Una gran olla de caldo de gallina para que el día de Navidad nos tomemos una buena sopa de picadillo, con sus trocitos de jamón, su huevo duro y sus picatostes de pan.
Hay cosas que cambian. Por ejemplo, los chipirones rellenos se han convertido en un plato fijo en casa de mis padres, para la cena de Nochebuena. Y en el día de Reyes, se comen albóndigas. La verdad es que las cenas en casa, no son nada ligeras...
A lo que iba. Hace unos 3-4 años decidimos hacer una cena diferente y algo innovadora. Prescindimos de muchos de nuestros entrantes habituales y sólo se sirvió un seguno plato. ¿Cuál fue la innovación? Una mesa llena de pintxos, cucharitas, brochetas, verrines y otras pequeñas tentaciones.
Gulas con salsa de aguacate
Gulas congeladas
Mayonesa en cantidad suficiente
1 aguacate
2-3 dientes de ajos
Sal
Zumo de limón
Aceite de oliva
Pelar y laminar los ajos muy finamente. Ponerlos en un pequeño cazo con el aceite de oliva frío y dorarlos a fuego medio hasta que estén crujientes. Sacarlos del aceite caliente y colocalos sobre papel de cocina para que absorba el exceso de grasa. Reservar.
Hacer una salsa con la mayonesa y el aguacate. Triturar con la batidora añadir el zumo de limón y rectificar de sal. Reservar.
Calentar 2 cucharadas del aceite que hemos usado para dorar los ajos, en una sartén y saltear las gulas. Dejarlas enfriar ligeramente y mezclar con la salsa de aguacate.
Servir en cucharillas de presentación y decorar con las láminas de ajo crujiente.